viernes, 30 de enero de 2015

Kundera. La insoportable levedad de la insignificancia


Se dice que la Academia Sueca otorga el  Nobel de Literatura de acuerdo a sus intereses políticos, y que las posibilidades de ganar de un autor son directamente proporcionales a la simpatía que despierta su causa, pero si este fuera realmente el caso ¿Cómo es que Milan Kundera todavía no recibe su premio Nobel?

Para quienes no lo conozcan, Milan Kundera es un escritor Checo nacido en 1929 (cuando todavía Checoslovaquia no se separaba en Republica Checa y Eslovaquia),  que vivió bajo el dominio soviético hasta su auto-exilio a Francia en 1975. Milan Kundera ha pasado por todas, al final de la segunda guerra se afilió al partido comunista tan solo para ser expulsado luego de que la URSS anexara Checoslovaquia. No hubiera podido ser de otra manera, Kundera es un tipo que tiene un fino sentido del humor y la sátira, nada peor para una ideología seria y obtusa como la soviética. 

La historia de Kundera como escritor está fuertemente ligada a la “Primavera de Praga”, el momento en que Checoslovaquia empieza una apertura democrática que no se había visto en otros países socialistas. Era 1968 y el idealismo estaba en todas partes, Dylan cantaba “All Along the Watchtower” y el futuro traía paz y amor… Todo cambio cuando la nación del fuego atacó Union Sovietica ocupa Checoslovaquia y aplasta todo el idealismo que emanaba de su proyecto liberalizador. Golpe duro para Europa, balde de agua fría para todos quienes creyeron en posibilidad de un estado socialista democrático (que sería abortado nuevamente con el golpe militar de 1973 en Chile). De aquel breve momento en la historia nace el Kundera escritor, en 1967 publica su primera obra La Broma, que contiene fuertes críticas al Partido Comunista y al estalinismo (por supuesto con mucha ironía y gracia). Un libro donde se critique al Partido, vale pasa, pero lo que de verdad sacaba de quicio a los soviéticos es que hiciera a manera de broma, una mente totalitaria puede entender la confrontación (para aplastarla) pero la risa le parece especialmente subversiva

El humor es especialmente peligroso, una dictadura sobrevive por el miedo ¿Pero que es el miedo frente al ridículo?

Si, una referencia a Harry Potter.
Disparen, ya estoy muerto


Volviendo a lo que dije al principio, Kundera debe de ser uno de los autores que despierta más simpatía en Europa, no solo está asociado a la Primavera de Praga sino que es tremendamente popular en Francia, y a los críticos de todo el mundo les fascina lo mismo que le fascina a los franceses (no por algo son el país con más Nobeles de Literatura), pero entonces ¿Por qué no hay Nobel para Kundera? Pues no será porque le falte talento, aunque algunos detractores digan que su fama se debe más a razones políticas (lo cual no va muy equivocado, su novela más popular La Insoportable Levedad del Ser no es de lo mejor que ha escrito pero sí tuvo una fuerte repercusión política).

Kundera huyó de Checoslovaquia hacia París en 1975, pero no fue sino hasta los noventa que decidió empezar a escribir en francés lanzado un puñado de novelas: La Lentitud, La Identidad, La Ignorancia. Admito que siempre confundo cual es cual (no ayuda que todas se llamen parecido), de hecho nunca he leído al Kundera francés, bueno, no lo había leído hasta que publicó su nueva novela La Fiesta de la Insignificancia luego de 14 años de ausencia. Fuera de que parecía demasiado “oportuno” que publicara una nueva obra justo cuando su nombre sonaba para el Nobel, la novela es bastante buena, si bien se siente como una obra “menor” dentro de la bibliografía de Kundera. 

¿Why so serious?


Pero antes de reseñar el último libro de Kundera me parece mejor echar un ojo al más famoso. La Insoportable Levedad del Ser fue publicada en 1984 y le dio a Kundera fama mundial, con ella ganó el Premio Jerusalem, otorgado a cualquier escritor que se haya destacado en su lucha por la libertad, se podría pensar que  es un premio meramente político y no literario, pero eso no explicaría porque carajo se lo dieron a Borges (voluntariamente un escritor apolítico, además de que 5 años después de recibir el premio fuera condecorado por el Dictador Pinochet). Más allá de la lógica de todos estos premios (¿tienen alguna lógica?) la obra de Kundera siempre ha sido política ¿Y qué opción te queda si vives en la URSS? ¡Si allí hasta salir a comprar el pan es una acción política!

Para un escritor como Kundera la política se desprende de la estética y no al revés. La Insoportable Levedad del Ser es más una historia entre dos amantes (Teresa y Tomás) que de un país (la Checoslovaquia ocupada por los Rusos) si bien ambas tramas figuran en la novela. Kundera se revela contra el ímpetu de encontrar lo político en todo y se centra en el individuo, en la historia privada de sus personajes. Conscientemente la novela evita los clichés de las típicas novelas sobre países oprimidos (esas que inspiran piadosas películas de Hollywood).


Nada Mejor que la Segunda Guerra
para sacar una lagrima fácil


La Insoportable Levedad utiliza varios recursos narrativos, de hecho muchos han escrito que se trata realmente de una “novela-ensayo”, he indudablemente tiene mucho de ensayo filosófico, el nombre viene de una alusión a Parmenides que dividía todo en dos cualidades opuestas: bueno-malo, bello-feo y Ligero-Pesado, etc. al Ser siempre le correspondía la cualidad positiva, en el caso particular “la levedad”.  Por si fuera poco lo primero que encuentra el lector al empezar a leer son reflexiones sobre la idea del Eterno Retorno de Nietzsche, pero todo esto se va desenvolviendo en la novela de tal manera que nunca se ve forzoso ni arbitrario.

La novela trata de los amores de Tomás y Teresa, él es un doctor divorciado que ha perdido todo contacto con su hijo y su mujer (una firme partidaria del comunismo) y ahora disfruta de un eterno estado de soltería, manteniendo relaciones con varias mujeres, que son más “amigas con ventajas” que amantes propiamente tales. Un día producto de algunas coincidencias improbables  conoce a Teresa, una chica proveniente de una ciudad en las afueras que tiene una infancia nefasta por culpa de su madre. Tomás la recibe en su casa, tienen un affaire y sin poder hacer otra cosa se enamoran. Lo peor de todo es que Teresa vive solo para Tomás, pero este, a pesar de amarla por sobre todas las cosas, no puede escapar a su propia naturaleza y a seguir manteniendo relaciones con otras mujeres. Teresa no tiene más opción que aceptar este comportamiento si es que quiere permanecer con Tomás, incluso se hace amiga de una de las “amantes”, Sabina, una artista, que incluso ayuda a Teresa a empezar una pequeña carrera como fotógrafa. A pesar de todo Teresa tiene sueños violentos y angustias que Tomás trata de apaliar comprando un perro, Karenin (en honor a Ana Karenina), que les sirve para conformar una suerte de familia. Luego de la ocupación ambos emigran a Suiza, pero Teresa, cansada de todo, decide volver. Tomás no puede evitar seguirla, repitiéndose así mismo “Es muss sein” (algo así como “debe ser así”, la última frase de un cuarteto de Beethoven). En Checoslovaquia Tomás escribe un artículo sobre los comunistas que provoca a los soviéticos, Tomás se niega a retractarse y termina despojado de su trabajo como cirujano, dedicándose luego a limpiar ventanas y escaparates.

La historia cambia de foco a Sabina y su vida en Nueva York con su nuevo amante, Franz, un médico casado con la dueña de una galería de arte, y la relación entre los dos (que se da en paralelo con la de Tomás y Teresa). En Checoslovaquia Tomás se encuentra con su hijo. Qué quiere la firma de su padre para una petición de amnistía para los presos políticos, Tomás se niega (no ve ningún sentido en eso, más allá de poner en peligro la seguridad de Teresa y la propia). De vuelta a Sabina y Franz, este es abandonado por Sabina y encuentra a una nueva amante en una tímida estudiante de gafas. Franz sigue enamorado de Sabina (en un nivel cuasi místico) y cree que esta le ha mandado a su nueva pareja, Franz piensa tanto en Sabina que cuando le proponen participar en una misión de ayuda a Camboya acepta inmediatamente (comparando ese país con la patria original de Sabina). La historia corta con el fin de Tomás, Teresa y Franz, dando un Flashback a los últimos días de Karenin antes de morir de cáncer perruno. 

Por mucho que Kundera convierta a Karenina en perro
no es lo peor que han hecho con Anna
[No he visto la película, pero soy desconfiado]


La novela es compleja, pero tiene momentos excepcionales, como cuando en la misión a Camboya aparece una actriz de Hollywood que parodia esa manía de las estrellas gringas de hacer que toda causa de caridad sea más sobre ellos que sobre los demás, tan solo para después dar un cambio de perspectiva y echar luz sobre los actos ridículos que hacen las celebridades y su obligación moral de hacerlos, pues la alternativa sería no hacer nada (y más vale ser estúpido que apático). La forma en que se da a conocer la historia de Sabina, y como cada decisión que ha tomado en la vida ha sido producto de su imperiosa necesidad de traicionar, es sutil y bien pensada. Kundera trabaja minuciosamente la psicología de sus personajes a pesar de que en  medio de la novela el narrador rompe completamente la cuarta muralla y dice: “sería estúpido que el lector tratase de convencer al lector de que sus personajes están realmente vivos”

No hay duda de que es una novela que puede ser analizada de diferentes maneras, incluso el más perezoso podría elaborar una interpretación siguiendo tal o cual pauta establecida, en otras palabras es una novela de esas que aman los críticos y los profesores de literatura. Pero no es la mejor novela de Kundera, ni menos la más característica de su estilo. De hecho no pareciera haber sido escrito por el mismo tipo que se hizo conocido por su sentido de la ironía y el ridículo. Tengo que admitir que, a pesar de que la novela me gusta, puedo perfectamente imaginar a gente que la encuentre aburridísima. No es para todos.

No estoy a favor de imponer felicidad a la gente.
Todos tienen derecho a su mal vino, su estupidez y sus  uñas sucias


Nunca leí al Kundera francés porque temí que me iba a encontrar con un autor denso y algo pretencioso, cuál fue mi sorpresa al ver que La fiesta de la insignificancia  no era una novela introspectiva al estilo francés, sino una vuelta a la irreverencia de sus primeras novelas. Lamentablemente la última novela de Kundera no aporta mucho a su obra general, aunque sí es una lectura recomendada para quien quiera acercarse a este autor de manera fácil (claro que con Kundera eso no quiere decir que sea light).

Nuevamente lo que importa son los personajes, cuatro amigos de diferentes edades y con diferentes experiencias pero unidos por un cierto animo común. Charles, un planificador de fiestas obsesionado con hacer un show de títeres acerca de una anécdota ridícula de Stalin, Caliban, un actor fracasado que trabaja para Charles como mesero y se hace pasar por extranjero para divertirse (incluso se inventa una nueva lengua), Ramón, un profesor que se codea con la sociallité parisina pero al que realmente no le importa mucho nada y Alain, un chico que tiene pesadillas con su madre que supuestamente trato de abortarlo. A parte de ellos esta D’Ardelo, un tipo realmente cínico que realiza una fiesta de cumpleaños apenas muere su madre.



Maravillosa, no, perfecta película de Mario Monicelli veanla, se los ordeno
Me recuerda mucho a la Fiesta de la Insignificancia
la relación entre este y el cine Italiano se remonta 
a su admiración por Fellini

La obra comienza con la reflexión del más joven de los personajes, Alain, pero no es una reflexión de las que encontrábamos en La insoportable levedad, sino una bastante trivial. Alain reflexionaba sombre el ombligo descubierto de las muchachitas que veía pasar, preguntandose como ha cambiado el centro de seducción desde los muslos al ombligo y que es lo que eso significa para el mundo. Con este comienzo Kunera pone sobre aviso, esto va entre en serio y en broma. 

La historia realmente comienza cuando Ramón pasea cerca del museo donde se presenta una exposición de Mar Chagall pero desiste de entrar a verla porque la fila es muy larga. En el camino se encuentra con D'Ardelo, quién esta bastante decepcionado por su reciente visita al medico, finalmente no tiene ningún cáncer como se creía. D'Ardelo miente a Ramón (sin saber mucho porque) y le hace creer que tiene cáncer (de hecho todo el mundo  cree que su fin está próximo), también le pregunta si conoce a alguién que sepa organizar fiestas porque la de su cumpleaños esta próxima.  Ramón se contacta con Charles. Charles discute con Alain sobre una obra de marionetas que quiere hacer basada en una anécdota de Stalin, un día cuando este estaba cazando ve a 24 perdices, pero éste solo ha traído doce cartuchos, el asunto es que dispara, mata a doce, y vuelve por los otros cartuchos para luego matar a las otras doce. El asunto era obviamente mentira pero Stalin lo contaba como broma y pobre quién no se riera. También hay otra historia sobre un comandante que había sido nombrado por Stalin, aquel sufría incontinencia (se meaba encima) y supuestamente fue hecho comandante en un acto de cruel ternura por parte del dictador. Charles se burla porque la novia de Alain ni siquiera sabe quién es Stalin, de hecho ningún joven sabe quién es Stalin (salvo por Alain, que tampoco  es realmente un niño). 

Alain tiene sueños extraños sobre su madre, como al enterarse que estaba embarazada trato de ahogarse para terminar con él. En estos flashbacks vemos que Alain jamás conoció a su madre, vivió con su padre que siempre trato de evitar hablar de ella, en la conciencia de ambos estaba implícito que no guardó ningún amor por ellos. La historia empieza a tomar vuelo cuando van a la fiesta de D'Ardelo, Ramón va en la calidad de invitado y conoce bien a todo el mundo, Ramón va a trabajar y se encarga de organizar a los meseros, entre ellos está Caliban, el cuarto amigo, quién es un actor que no encuentra papeles que interpretar. Ramón contrata a Caliban para que este se gane algunas monedas y éste se inventa un juego para no perder el training. Caliban se hace pasar por inmigrante, se inventa un lenguaje y se comunica por señas, la gente habla delante de Caliban sin verguenza, pensando que nadie los esta escuchando (nadie que pueda entender lo que dicen). Durante la fiesta Caliban conoce a una criada, una verdadera inmigrante, que ve en él a un alma gemela, ella tampoco sabe francés y no puede comunicarse (todo sería muy romántico si no fuera porque es una farsa). 

A medida que la velada llega a su fin también va terminando la novela, la mañana siguiente se encuentran los dos amigos, Alain y Ramón, y se dan cuenta de la clave de la sabiduría y el buen humor: La Insignificancia. 

La ambición es un excusa barata 
para carecer de la sensatez suficiente
de ser perezoso 


La novela tiene un sentido del humor particular, me recuerda a esas películas Italianas de los 60 y 70. No es un secreto que Kundera es un profundo amante de Fellini, en especial de su película Amarcord,  claro que aquél nunca supo usar payasadas como las de Fellini. Pero La Fiesta de la Insignificancia se parece más a una película como Amice Mie ("Amigos Míos" o "Mis Amigos" según la traducción) de Mario Monicelli, por su genial uso de los personajes. Monicelli era mucho más irreverente que Kundera, en Amice Mie la trama la  mueven los personajes con sus bromas y payasadas, que insultan a todo y a todos. Kundera se mueve en la sutileza, simplemente pone a sus personajes a interactuar entre ellos y con eso logra armar una historia. 

Luego de leer la novela me quedé más que nada con los personajes y sus diálogos, el resto del libro no es tan memorable, por ejemplo,  el lugar donde ocurren los hechos importa poco, podría haber sido cualquier otra ciudad del mundo, muchas veces no es ni siquiera importante donde están parados los personajes. Hay ciertos toques que nos muestra la vida de la élite parisina, con sus cotilleos y vanidades, hay también un vistazo a la relación entre individuos de diferentes clases sociales y de diferentes generaciones, pero todo esto bien puede transferirse a cualquier lugar del mundo. 

En fin, me parece que La Fiesta de la Insignificancia es un buen libro, si bién se siente como un pequeño ejercicio de escritura y no como la obra de un posible ganador del Nobel. Es interesante, es divertida, es una buena forma de entrar a leer a Kundera, empezar por lo más simple, recordemos que el gran aporte de Kundera a la literatura ha sido el no tomarse todo en serio, o mejor dicho, que el arte no debe de ser grave para ser elocuente. 







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