Y llego el Premio Nobel. Como todos los años el sitio de apuestas ladbrokes.com lanzo una lista de nominados. Cual si fueran caballos uno podía apostar por cualquiera, Murakami pagaba 5 a 1, Umberto Eco 20 a 1 y Bob Dylan 50 a 1. Todo dependiendo de qué tan probable fuera su triunfo. Y quienes son más observadores saben que los jueces siguen un patrón, por ejemplo esta vez no podía recaer en una mujer (el año pasado fue Alice Munro, dos seguidas sería pedirle demasiado a los suecos) y que no sería en lengua inglesa (tampoco dan dos seguidos). Por otra parte la animosidad en contra de los norteamericanos de parte de la Academia Sueca dejaba de lado a “genios” como la escritora de suspense Joyce Carol Oats . Todo indicaba que Murakami se llevaría el premio, y muchos protestaron porque encontraron que su pluma no tenía la “suficiente categoría”. Yo no me preocupé, los jueces del Nobel odian todo lo que es popular, y Murakami es un best seller. Sin embargo hay ocasiones en que todo falla y los quisquillosos suecos rompen incluso con sus arbitrarias costumbres, dándonos a entender que ni en su propia idiotez podemos confiarnos
No quiero sonar amargado pero yo aposté por Ngugi wa Thiong’o, un africano del cual no he leído una puto libro pero que tiene una trayectoria político social [fuente] de esas que encantan al jurado del Nobel (además su obra esta espiritualmente ligada a Sudamérica). ¿Y qué hacen estos putos? No solo no se lo dan a Thiong’o, sino que en vez de dársela a alguien que la merece de verdad como Alessandro Baricco o Nicanor Parra (que cumplió 100 años hace poco, y estos hijos de puta lo van a ver morirse sin premiarlo como pasó con Gonzalo Rojas o Robert Frost) se lo dan a Patrick Modiano ¡¿Quién chucha es Modiano?! Bueno, un gil que (en mi librería) paso de vender 0, zero, nein a vender millones. Como vendedor de libros estoy agradecido aunque como fan sigo picado.
Admitan manga de giles que a Malala le dieron el premio
solo porque es más mediática que los demás candidatos
¿La conocían siquiera antes de que le dispararan?
¿Les importaba su labor social antes de eso?
No se puede confiar en quienes premiaron a Al Gore y Obama
Bueno, tras una pequeña búsqueda en Internet y una conversación con mis amigos me doy cuenta de que en verdad Modiano es archiconocido en el mundo literario y que he pasado toda mi vida ignorando a un muy buen escritor. Así que en la hora de almuerzo cogí de la tienda el libro más breve de Modiano y me dispuse a leerlo, una hora más tarde termine En el Café de la Juventud Perdida. Una grata experiencia, nada que merezca el Nobel, aunque para poder juzgarlo debería leer su obra magna Trilogía de la Ocupación.
El tema con En el Café de la Juventud Perdida es que no parece ser muy representativa del autor, de partida sucede en los 60’ y fue publicada el 2007, cuando el grueso de la obra de Modiano fue publicada en los 70’ y su tema de fondo siempre es la ocupación alemana durante la segunda guerra mundial y las secuelas que eso dejo en la Francia de pos-guerra. Lo cual es curioso porque Modiano nace en 1945, no hay forma de que él sepa nada sobre el asunto más allá de lo que le contaran sus padres (su padre era judío así que se pueden imaginar). Aunque suene raro cualquiera que viva en Latinoamérica sabe que una dictadura o conflicto político deja secuelas por varias generaciones y los escritores jóvenes, menos pudorosos que los sobrevivientes, no tienen problemas en explotarlos. Modiano siempre ha dicho que ese periodo vergonzoso en la historia de Francia (cuando el tirano Frances Philippe Petain le regalo el país a Hitler) es su propia prehistoria, su origen y legado.
Pero volviendo a Modiano, su biografía es interesante. Por ejemplo a su hermano menor, que murió prematuramente a los diez años, le dedica todas sus obras (por lo menos todas las que importan todas hasta el 82). Raymond Quenau (uno de mis autores favoritos) le hizo clases de geometría. Queneau formaría luego el grupo literario OULIPO, por donde pasarían genios de la talla de Georges Perec o Italo Calvino (quién escribió la obra maestra de la Ciencia Ficcion Las Cosmicómicas). Su primera novela la publico luego de leérsela a Queneau. También fue compañero de generación de Pascual Quignard por si les suena ese nombre. Además tiene un blog y sitio web oficial.
El tio Georges Perec, primo de segundo grado de Modiano
por la familia de Oulipo…
por favor no lean a Perec si aprecian su sanidad mental
Ahora, otro aspecto de Modiano es su afición al cine. No solo ha escrito los guiones de las películas basadas en sus libros sino que ha escrito guiones originales como “Lacombe Lucien” de Louis Malle, el mismo director que llevo al cine Zazie en el Metro una de las mejores (¡y mas hilarantes!) novelas de Queneau (así que allí tienes a dos fans colaborando juntos). Eso es muy apropiado porque En el Café de la Juventud Perdida me recuerda a cualquier película de la Nouvelle Vague francesa. Un movimiento de cine francés del cual salieron gigantes como Godard o Truffat. Era un momento donde hacer cine independiente francés no era lo mismo que hacer cine pretencioso francés. Así que por allí se puede ver que Modiano integra su amor por el cine francés en esta novela.
Otra cosa que tiene En el Café de la Juventud Perdida son los tópicos básicos de Modiano, la búsqueda de la identidad, también el lenguaje sencillo y la descripción de los bulevares y el paisaje urbano de París. De hecho la trama se parece un poco a la de Dora Bruder, por el tema de la búsqueda. Esa novela trata de la búsqueda de una joven de 15 años que desaparece y es enviada a Auswitz. En el Café… la búsqueda es la de una mujer, Louki, que aparece en el café Conde, donde se reúnen poetas malditos, anarquistas, estudiantes, intelectuales marginados y otros bichos relacionados.
La novela se desarrolla desde tres narradores distintos, un estudiante (que teme que los demás se enteren de que su lugar de estudios es el prestigioso y elitista centro de estudios técnicos Escuela Superior de Minas) que narra la vida en el café Conde luego de la entrada de Louki. Luego un detective (que aparece durante la narración del estudiante) contratado por el marido de Louki para encontrar su paradero, luego de encontrarla en el café Conde se da cuenta de que no tiene sentido delatar a una chica joven que lleva apenas unos meses casada con alguien diez años mayor. Después Louki misma narra su infancia y su matrimonio, hija de una acomodadora del Moline Rouge, criada en los barrios bajos de parís sin ninguna esperanza de surgir. Por ultimo un aspirante a escritor llamado Roland, que narra cómo conoció a Louki y su relación con ella, aunque a pesar de todo siempre fue un misterio para él. El último capítulo, de los cinco que componen el libro, lo narra Roland varios años en el futuro, donde nos enteramos del trágico destino de Louki, sin saber nunca realmente que buscaba o porque actuó de esa manera.
Imaginar que a Godard lo conocen algunos
Tiene una película de ciencia ficción
llamada Alphaville, que tengo que ver uno de estos días.
Es una novelita corta pero llena de detalles, primero debo decir que el titulo me recuerda a En Busca del Tiempo Perdido de Marcel Proust. Todo el tema de la nostalgia por la juventud y el sentido de la vida, ya saben, parece que lo llevan en la sangre los franceses. Para ser honestos jamás termine de leer a Proust, pero supongo que era mejor escritor que los vanguardistas de su generación, snobs e incomprensibles. Hablando de eso, el titulo es una referencia directa a Guy Debord “A mitad de la verdadera vida/ nos rodeaba una adusta melancolía/ que expresaron tantas palabras burlonas y tristes/ en el café de la juventud perdida”.
Debord era un crac. Revolucionario, filosofo, escritor, cineasta y artista. A Debord se lo recuerda principalmente por ser el fundador del Situacionismo, un movimiento artístico que hacía performance escandalosas y estaba profundamente comprometido con el cambio social. Fue el movimiento de vanguardia más importante de pos-guerra y de hecho tuvo incidencia en la vida social de Francia (a diferencia de los movimientos anteriores de raíz elitista). Durante la revolución de los estudiantes del 68 los situacionistas inspiraron carteles y vestimentas, la frase magistral de Debord fue “La humanidad solo será feliz el día en que el último burócrata sea colgado con las tripas del ultimo capitalista”. Hay un libro genial sobre el tema Asalto a la Cultura de Stwart Home.
Muchos de los personajes que pueblan el café Debord seguramente estaban relacionados con el movimiento situacionista (de hecho uno de ellos es un escritor famoso Arthur Adamov). De hecho durante el 68 y el 69 todos estaban engrupidos con la revolución, fuera la revolución de las flores, la de los estudiantes o las revueltas políticas. Debord también publico un texto llamado La Sociedad del Espectáculo donde delataba la pérdida del sentido en una sociedad del consumo en que las imágenes y las marcas definen a los individuos. Algo parecido le pasa a los personajes, a Louki en especial, siempre obsesionada con aparentar ser otra persona.
El mc iver del arte
Nunca lo dejen solo y con unas tijeras
Louki es hija de una acomodadora del Mouline Rouge, la chica vivía en una población en París y siempre se sintió marginada. Más que nada en la vida Louki siempre quizo encajar en algún lugar. En la novela se la pasa huyendo, primero sale de casa por las noches y la arrestan por “vagancia” (¿Te pueden arrestar por eso? Que mierda), durante una de esas salidas nocturnas conoce a Jeannette Gaul, una chica también de ambientes turbios, quién la lleva a un Bar que no se parece nada al café Conde, de hecho Louki luego reniega de ese lugar cuando encuentra a sus nuevos amigos y olvida todo su pasado excepto a Jeannette. Se hace pasar por “estudiante de lenguas orientales” y se mezcla tímidamente con los parroquianos del café Conde. También conoce a un compañero de oficina con el cual contrae matrimonio pero que abandona luego de unos meses, solo sale sin decir nada y no vuelve. Asiste a un taller literario del cual también desaparece, etc, etc.
Louki pareciera no terminar nada, de hecho eso me pareció entrañable de ella. Yo mismo he abandonado todo lo que ha sido importante para mí en algún momento, impulsado por algún instinto autodestructivo. Pero de Louki parece ser cierto la teoría de Debord, ella es simplemente una máscara, lo que se esconde detrás nunca se sabe. Si incluso Roland, quién es el más cercano a ella la considera un misterio. De hecho ni siquiera el capítulo que está narrado por Louki nos aclara mucho las cosas, solo se nota que es una chica buscando su identidad “Un día en que estaba fatal, en la tapa del libro que me había prestado Guy de Vere, Louise de la Nada, sustituí con un bolígrafo ese nombre por el mío, Jacqueline de la Nada”.
El capítulo de Louki es el más entretenido e interesante. La historia de cómo Louki se enrolla con Jeannette,
sus primeras experiencias con las drogas, etc. Me llegó
profundamente el pasaje cuando Louki entra a una librería que abría hasta las una de la madrugada (nunca me verán haciendo eso) donde se queda de vez en cuando a charlar con el dueño. En la vitrina siempre están
los mismos títulos, que luego se entera
son solo de Ciencia Ficción. Joyitas como Un
guijarro en el Cielo (la primera novela de Isaac Asimov), Polizonte a Marte (de John Wyndham,
autor imposible de encontrar en castellano), Los Corsarios del Vacío, y también Los Cristales Soñadores del gran maestro, el genio literario,
Theodore Sturgeon, de la era dorada de la Ciencia Ficción. Este último es el
único libro que Louki conserva de los que compró y/o leyó de esa tienda, y no
es coincidencia. Los Cristales Soñadores narra
la historia de un huérfano que huye de
la casa de sus padres y se une a un grupo de fenómenos de circo liderado por un
científico demente. El científico sobra, pero el resto es prácticamente la
historia de Louki y la trama del operation: mindcrime
No finjas! Se
que eres un Nerd!
Aunque el ejercicio de tener un cuaderno donde se anota quién entra y quién sale no se aleja mucho de las prácticas de la ocupación nazi (de nuevo Modiano con su tema favorito). El Detective de la segunda parte se hace pasar por un editor y pide el registro para usarlo como “material bibliográfico”. Dato curioso, el personaje confiesa haber trabajado con Robert Blemant, un policía francés que lucho clandestinamente contra los nazis durante la ocupación alemana en Francia (esto se está volviendo repetitivo…). Aquí la novela se vuelve un relato policial, suficiente para generar suspenso y hacer que nos interesemos por el misterio de la identidad de Louki.
Tus credenciales de francés intelectual no te salvaran
seguro que en tu biblioteca tienes un diccionario
Klingon..
Claro, no es que yo
note alguna diferencia.
el Frances es la
versión más degenerada del Latin
Hay
que poner ojo cuando un escritor decide mencionar otros libros en su novela. Cuando
Louki entra al café Conde lleva bajo el brazo un libro (como todo buen hípster
Intelectual), Horizontes Perdidos
de James Hilton, escrita en 1933 (fecha en que los nazis suben al poder) que trata
sobre la llegada de un grupo de extranjeros a la ciudad de Shangri-La, un
disfraz perfecto para una “estudiante de lenguas orientales” y totalmente
alejado de la chica de las novelitas de Scifi (a pesar de que Hilton fue una
influencia en Isaac Asimov). Se
nota que esta chica algo intuyo sobre la idea de Debord de que nos comunicamos
con imágenes.
Hablando de esto, el narrador que inaugura la novela, un joven estudiante, sufre de un mal parecido al de Louki. Estudiante de la Escuela Superior de Minas… luego de buscar alguna que otra referencia llegue al Paris Tech, una escuela fundada en 1783 por Luis XVI, el emperador que sería derrocado y decapitado en la revolución francesa. Se supone que debía entrenar profesionales el trabajo minero (la industria más altamente tecnológica de la época, y también la más explotadora). La universidad tiene convenios con una de mi país, la Pontificia Universidad Católica, también conocida como la Pontifacha por las inclinaciones políticas de algunos administrativos… Y el Paris Tech es doblemente elitista, sin mencionar que no tiene ninguna carrera “glamorosa” como seria Arte, Humanidades o Ciencias Sociales. El resultado es que el joven estudiante tiene miedo de que descubran que estudia allí, a lo menos se burlan de él (o lo echan del café, la política estudiantil es quisquillosa). Con decir que camina varias cuadras más para que no sepan que vive en un alberge de estudiantes frente a la escuela. Es un buen toque para describir el conflicto social de esa época, aunque quienes no hayan vivido el mayo del 68 en parís no sepan mucho que diantres es el Paris Tech.
Ah, tengo buenos
recuerdos de la Puc
Pero también un
resentimiento profundo
En el
café hay un tipo que guarda un mapa con las
idas y venidas de todos los parroquianos, tiene la teoría de que el café
Conde es un punto de encuentro por el que pasa gente de todo parís, una zona de tránsito. Curiosamente Roland, el
último de los narradores, es un escritor
frustrado que trabaja haciendo el texto de folletos publicitarios pero que trabaja
en un libro sobre zonas neutras “había en parís zonas intermedias, tierras de
nadie en donde estaba uno en las lindes de todo”. Modiano es capaz de darle vida a los
boulevares y calles de Paris, tanto que creo que sus novelas no son más que
guias para perderse en la ciudad. La idea de estos puntos de inflexión y zonas neutras,
lugares de partida y de búsqueda, eso
es prácticamente la mitad de la novela. Así Modiano nos cuenta la
historia de todos los cafés de Paris.
Aunque el ejercicio de tener un cuaderno donde se anota quién entra y quién sale no se aleja mucho de las prácticas de la ocupación nazi (de nuevo Modiano con su tema favorito). El Detective de la segunda parte se hace pasar por un editor y pide el registro para usarlo como “material bibliográfico”. Dato curioso, el personaje confiesa haber trabajado con Robert Blemant, un policía francés que lucho clandestinamente contra los nazis durante la ocupación alemana en Francia (esto se está volviendo repetitivo…). Aquí la novela se vuelve un relato policial, suficiente para generar suspenso y hacer que nos interesemos por el misterio de la identidad de Louki.
Ni idea de que había
un James Bond/Dick Tracy Frances en la vida real
Murio a fines de los
60 en medio de una gangwar
Esto ameritaba nota al
pie de página para los no-franceses.
La
narración de Roland es interesante porque aparece un personaje llamado Guy de
Vere, un escritor entusiasmado por los temas esotéricos. Él le recomienda a
Louki el libro Louise de la Nada (sobre
el filósofo Louis Althusser). De Vere reúne a un sequito de seguidores a
los cuales recomienda lecturas e
instruye en diferentes temas. Aunque de Vere parece un tipo desagradable, en el
último capítulo tiene un dialogo con Roland que realmente muestra que es
alguien cercano y no un snob cualquiera. Sabemos que “No se
consideraba en absoluto un maestro que enseñase a pensar y se negaba a ejercer
dominio alguno sobre los demás. Eran ellos quienes acudían a él sin que
se lo pidiera [..] no podía negarles su
ayuda para que vieran dentro de si mismos con mayor claridad”. De Vere
ahora reside en México, pero se acuerda perfectamente de su tiempo con Roland y
Louki.
No se
a ustedes pero a mi se me vino de inmediato a la menta Jodorowsky. De hecho
Jodorowsky formo el colectivo artístico Pánico por esa época en parís y no es
de extrañar que Modiano lo hubiera conocido.
Jodorowsky también tiene esa extraña aura de maestro oriental que posée Guy de
Vere, además Jodorowsky hizo un viaje de Chile a Mexico y luego a Francia, así
que por allí también podría darse un parecido.
Te queríamos más
cuando hacias la Casta de los Metabarones
Y no ahora vendiendo
el cuento con eso de la psicomagia
Roland
esta obsesionado con el mito del "Eterno Retorno" y en el último capítulo se
lamenta como ha cambiado París. Irónicamente Le Conde desaparecio y en su lugar
montaron una tienda de bolsos de moda, esos que cuestan un ojo de la cara. Todo
se reduce a un pequeño cartel que ve en el parque “Peligro. En breve se talará
este árbol. Se sustituirá este mismo invierno”.
La
novela termina abruptamente, demasiado para mi gusto. Me recuerda a otra novela
que leí estos días La fiesta de la insignificancia de Milan Kundera, una novela que termina en algo así como un
“coitus interruptus” y pareciera algo escrito por obligación (Kundera también
estaba nominado para el Nobel, supongo
que quería demostrar que todavía seguía vivo). En el Café de la Juventud Perdida es una buena novela, llena de pequeños detalles, pero no nos engañemos, si no dijera “Modiano” en la portada los críticos
no actuarían tan sorprendidos. Y ahora con el premio Nobel hay una nueva Vaca Sagrada en la literatura
Francesa.
Sigo
pensando en el final, la verdad es que no tiene ningún sentido “cuando de verdad queremos a una persona hay que
aceptar la parte de misterio que
hay en ella” dice Guy de Vere.
Pues claro, pero eso no disculpa que al final pareciera que la novela
empieza a flaquear y antes de que se pueda
recuperar la historia termina. La verdad es que muchas de las últimas
páginas repiten ideas anteriores, como si quisiera resumir y compilar todo lo que se dijo para cerrar el
libro, Modiano escribe bien y con eso puede seguir alargando la historia pero
para mí no hay nada en esas últimas páginas que le den algo más de
sentido a la novela. Obviamente no quiero arruinar el final, que cada uno lo
lea y se haga una idea. Yo sigo pensando que hay mucha paja, tampoco entiendo el final, o sea,
entiendo que era inevitable pero llego
de manera súbita sin mucho sentido
Uno de los comentarios que se le hacen a Modiano es que escribe siempre el mismo libro, lo cual no sería una condición única, a Borges le decían que escribía siempre lo mismo y Gonzalo Rojas decía que su obra era un solo gran poema. ¿Pero no sera mucho? Bueno, ese es solo mi cinismo hablando, aquí encontré una muy buena reseña del libro, más sencilla y concisa que la mía. Fuera de esto no hay nada que agregar. Nos vemos en la próxima entrada.
"Cuando tenía quince años, aparentaba deicinueve. E incluso veinnte. No me llamaba Louki, sino Jaquelibe, Era todavía más pequeña la primera vez que aproveché que mi madre no estaba para irme a la calle. Ella se iba a trabajar a eso de las nueve de la noche y no volvía antes de las dos de la mañana. Esa primera vez me preparé una mentira por si el portero me pillaba en las escaleras. Le iba a decir que tenía que ir a comprar una medicina a la farmacia de la plaza Blanche."
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